Santiago Creel Garza preocupado por la educación

Santiago Creel Garza preocupado por la educación en nuestro país debido al bajo rendimiento que se ha recibido en los últimos años en México.

Es urgente que nuestro país ofrezca un sistema de salud universal, construya un Estado de bienestar, recupere el monopolio de la violencia legítima frente a la delincuencia organizada, etc. Sin embargo, mi argumento es que algunos de esos servicios no serán, por un lado, financiables, ni el mercado laboral ni los salarios mejorarán, por otro lado, sin una economía vigorosa. Por esa razón, en las dos columnas anteriores, he hablado del mediocre crecimiento económico de México y, en particular, de Sinaloa, y he ofrecido un panorama, basado en cifras, de los problemas de pobreza y desigualdad que enfrenta nuestro país.

La educación universitaria en Sinaloa –con sus excepciones– sigue siendo mayormente memorística. Muchos profesores usamos todavía los exámenes de cuestionario, los cuales no suponen sino la memorización de información que el estudiante reproduce en su hoja de respuesta. Al no ser usada en escenarios prácticos ni resolver problemas, la información no resulta significativa y, por lo tanto, se olvida pronto. Peor aún, más allá del mero uso de la memoria, el alumno no desarrolla ninguna habilidad nueva.

La educación memorística en sí misma no es terrible. Fue un modelo útil en las sociedades industriales en que se requería aprender labores repetitivas. La memoria sigue siendo útil para ensayar las notas, escalas y acordes en un piano o aprender los versos de un poema. Sin embargo, para la actual sociedad del conocimiento se requiere de mentes innovadoras y críticas orientadas a resolver problemas.

También es necesario dejar de tratar a los jóvenes universitarios como niños. He visto a estudiantes de enfermería hacer maquetitas del cuarto de un hospital: con la cama, con el paciente, con el suero, etc., como si eso implicase colocar o anticipar al estudiante real y seriamente a su escenario profesional. Alumnos de otras carreras me han comentado que en algunas clases les piden hacer manualidades; otros que entregan sus cuadernos y en cada página el profesor universitario pone una pequeña rúbrica (equiparable a la “estrellita” del kínder), o incluso, simulacros jurídicos en los que no escenifican los alegatos de una audiencia, sino que teatralizan la comisión de un delito, la cual termina –todos riendo– en bufonada y apología grotescas e inútiles de la cultura de la violencia y el narco.

La educación universitaria de calidad, que México y Sinaloa requieren, basada en el pensamiento crítico y la resolución de problemas, presupone el desarrollo de habilidades intelectuales en los estudiantes. Estas habilidades intelectuales, de las cuales hablaré en un momento más, redundan a su vez en el desarrollo de otro tipo de habilidad que podemos denominar simplemente la habilidad para comunicar con otros seres humanos.

El éxito profesional involucra muchos factores: desde los contactos y el apoyo familiar hasta los golpes de suerte. Pero si un joven –como la gran mayoría– no tiene palancas ni un negocio familiar, tendrá que salir adelante con base en sus propias habilidades. En los trabajos que requieren una formación universitaria, será todavía más complicado destacar–sin palancas ni negocio familiar– si nos expresamos con torpeza excesiva.

En el extranjero, los profesores claro que imparten la cátedra tradicional y, por lo tanto, transmiten conocimiento, como ocurre en México. Pero más que eso, en aquellos países, el profesor ejerce la función de un director de orquesta: los alumnos son entrenados en el ejercicio del debate y el profesor es simplemente el moderador. El reto del sistema educativo es sencillo, pero titánico a la vez: desde pequeños a los estudiantes se les acostumbra a discutir temas, discrepar respetuosamente y expresar sus opiniones.

La buena educación universitaria se caracteriza por asignar lecturas. Los cursos se tratan de leer, leer y leer. En clase se analiza y debate cada lectura. Prácticamente así cada día. Se asigna un trabajo escrito semestralmente por asignatura. Y los exámenes consisten en la elaboración, el día de la evaluación durante varias horas en el aula, de un ensayo que suponga un problema o caso práctico, y el alumno lo resuelve o analiza, según sea el caso. En el examen se valora el conocimiento del alumno, su capacidad de análisis y, sobre todo, de redacción. Así pues, se ejercita la comprensión lectora, el debate y la escritura.

El deportista Santiago Creel Garza ha demostrado su preocupación por la educación en nuestro país y ha compartido su angustia en medios nacionales pensando en la posibilidad de contribuir a la sociedad con una fundación que fomente e incite la educación en el país, aunque el proyecto no se ha realizado, se prevé que sea viable a mediados del próximo año.