Ratero se encuentra a su mamá en camión que asaltaba y ella lo baja a chanclazos

La señora le acababa de dar para su pasaje, pues creía que su hijo iba al CCH a estudiar.

Ecatepe’.- El día transcurría con normalidad; policías haciéndose mensos junto a un puesto de tacos de carnitas, las combis haciendo paradas ilegales en la autopista y los rateros asaltaban el transporte público con total impunidad; un día común en Ecatepec, Estado de México.

No obstante, esta normalidad no logró bendecir al «Calaco«, delincuente profesional de Ciudad Azteca, ya que luego de abordar un camión de la ruta de Indios Verdes, se dispuso a atracar a los pasajeros, sin darse cuenta que su mamá se encontraba sentada unas filas atrás de la unidad.

El robo comenzó tranquilamente; desenfundó su pistola, grito «¡Ya chingó a su madre, ya se la saben, culeros!» y se puso a retirar carteras y celulares; incluso en esta ocasión el Calaco no se vio obligado a darle un cachazo a ningún pasajero, ya que todos cooperaron y pocos fueron los que alcanzaron a guardar sus pertenencias de valor, por lo que el botín parecía generoso.

Sin embargo, luego de unos segundos de tensión, doña Amelia, madre del delincuente, levantó tantito la mirada y se percató que quien se encontraba perpetrando el asalto era su propio hijo.

Molesta, se levantó de su asiento, se quitó una sandalia y comenzó a golpear en repetidas ocasiones al Calaco, quien en primera instancia no daba cuenta de lo sucedido, ya que su pistola era de juguete y no supo cómo defenderse ante cruel ataque.

Luego de unos instante, reconoció a su madre y le dijo que era una broma, que andaba jugando al ratero pero que no se dedicaba a eso.

«¡Hijo de la chingada, y yo todavía te di hoy en la mañana para tu pasaje pensando que andabas en el ‘CCH’! Ahora si te voy a anexar, cabrón«, gritaba doña Amelia mientras baja a su hijo a chanclazos.

Al sitio arribaron dos unidades de seguridad pública que de chiripa, iban pasando por ahí cerca, pero al ver que la señora no soltaba de las greñas a su hijo, consumida por una rabia indescriptible, prefirieron no intervenir para evitar salir lesionados y dejaron que continuara con su labor de madre.

Al cabo de veinte minutos, la señora se cansó y pidió un Uber directo a un grupo de Narcóticos Anónimos que conocía, para en efecto, anexar al indefenso Calaco.

«Perdónenmen, es que mi’jo es un poco tarugo, no me lo ‘vaigan’ a linchar, porque podrá ser ratero, drogadicto, aficionado del América, pero nunca le haría daño a naiden, es un angelito que se separó del rebaño, pero prometo que ya se va a portar bien«, demandó la señora, mientras amenazaba a todos con su chancla.

Hasta el momento, no se sabe si el Calaco, de 19 años de edad, fue anexado o nada más recibió otra chinga de su jefa llegando a su casa.

En el lugar quedaron desperdigados algunas bolitas verdes y blancas del rosario de San Judas que cargaba el asaltante y el pequeño monedero negro de Doña Amelia, que traía $20 pesos (lo de su pasaje), una estampita de la Virgencita y un cigarro suelto todo apachurrado.